Este último año ha sido un viaje profundo de transformación y aprendizaje. Entre los altibajos de la vida, un tema se destacó en mi camino: la salud hormonal y el impacto del estrés en mi cuerpo. Descubrí que el cortisol, esa famosa hormona del estrés, estaba robándome la paz, la energía y, en cierta forma, mi equilibrio interno. Pero no me quedé de brazos cruzados. Tomé las riendas y emprendí un proceso que no solo cambió mi salud, sino también mi forma de relacionarme con la naturaleza y conmigo misma.
Escuchando al cuerpo
El estrés no avisa; simplemente se acumula. Pero el cuerpo sí habla, y si no lo escuchas, grita. En mi caso, el cansancio constante, los cambios de humor y esa sensación de estar “apagada” me llevaron a buscar respuestas. Comencé a hacer pequeños cambios en mi alimentación, optando por alimentos más naturales, balanceados y ricos en nutrientes. También reduje mi consumo de cafeína y empecé a ser más consciente de cómo mi entorno influía en mi bienestar.
El poder del sol y la vitamina D3
Vivir en un lugar soleado me ha hecho valorar profundamente la importancia del sol. No se trata solo de sentir su calidez en la piel; es un recordatorio de que somos seres conectados con la naturaleza. Descubrí que la vitamina D3, que el cuerpo produce al exponerse al sol, no solo fortalece los huesos, sino que también regula el sistema inmunológico y mejora el estado de ánimo. Incorporar al menos 20 minutos diarios bajo el sol en mi rutina se convirtió en un hábito sagrado, una pausa para respirar y sentirme viva.
Grounding: un bálsamo para el cuerpo, la mente y el espíritu
Si hay algo que realmente transformó mi vida fue el grounding, esa práctica tan sencilla pero tan poderosa de conectar los pies descalzos con la tierra. El contacto directo con el suelo me ayudó a reducir el estrés y a sentirme más centrada. La ciencia lo respalda: caminar descalza sobre el césped o la arena ayuda a equilibrar las cargas eléctricas del cuerpo, reduciendo la inflamación y mejorando la salud en general. Pero más allá de los beneficios físicos, el grounding me regaló algo invaluable: la sensación de estar arraigada, conectada y presente en el aquí y el ahora.
Cómo el cuerpo encuentra su equilibrio
A medida que fui integrando estos pequeños rituales en mi día a día, noté cómo mi cuerpo comenzaba a equilibrarse. Dormía mejor, tenía más energía y, sobre todo, me sentía más tranquila. Aprendí a priorizar el descanso y a darme permiso para detenerme, respirar y simplemente ser.
Este proceso también me enseñó que la salud no solo es física, sino un equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando estamos alineados con nuestra esencia, nos sentimos más ligeros y libres.
Mi invitación
Si te sientes atrapada en el estrés o desconectada de ti misma, te invito a probar estas prácticas. No necesitas grandes cambios; solo pequeños pasos diarios: tomar un poco de sol, caminar descalza, nutrir tu cuerpo y permitirte momentos de calma.
La naturaleza tiene una forma mágica de recordarnos que somos parte de algo mucho más grande. Y en esa conexión, encontramos la paz y la salud que tanto buscamos … 🙏🌲☀️
Tan solo con poner un alto en el camino, disfrutar la naturaleza, respirar profundamente y seguir adelante con nuevas vibras. Gracias por el consejo.